Peacebuilding in the Context of Palestine-Israel: Challenges and Prospects

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Transcripción en Español

Video 1: Un poco sobre el contexto

Shadia Qubti

Mi nombre es Shadia. Mi camino hasta este punto: creo que mi experiencia al crecer en Nazaret como evangélica, me presentaron al trabajo de reconciliación como participante, inicialmente, y en un contexto lleno de conflictos, creo que mi experiencia de fe me ha mostrado cómo podemos ser un modelo de paz, un modelo de reconciliación, a través de nuestra fe. Así que comencé a meterme en el trabajo de pacificación principalmente con comunidades de fe y, de ahí, mi camino se convirtió en una experiencia más amplia de pacificación, y cómo navegamos nuestra fe en nuestro contexto, especialmente en un conflicto intratable como el de Israel-Palestina. Así que la mayor parte de mi trabajo en esta área ha sido con organizaciones paraeclesiásticas, locales, y luego organizaciones internacionales, pero en realidad la pregunta principal ha sido: ¿Cómo implementamos la misión de Dios de la construcción de la paz en nuestros respectivos contextos?

Tony Deik

Crecí en Belén, nací en Jerusalén, pero crecí en Belén, así que eso me hace un betlemita, porque el lugar donde naces en nuestro contexto no hace ninguna diferencia – más bien, importa de dónde es tu familia. Crecí en una familia católica romana, pero tuve una relación activa con el Señor cuando era niño, y luego, cuando llegué a la adolescencia, dejé gradualmente la fe. Ya cuando llegue a la universidad, abandoné por completo a Dios y la iglesia, y volví a ser un cristiano comprometido en 2010, hace 10 años y fue a través de una visión en realidad, diría que fue una experiencia sobrenatural, que me devolvió a la fe, y fui inmediatamente atraído por la iglesia evangélica, y por la fe evangélica debido a su enfoque en Jesús, en la cruz y en las Escrituras, y en ese momento de mi vida solo quería la Biblia, y solo quería a Jesús. Entonces me uní a una iglesia evangélica y ahí es donde comenzaron los desafíos.

Descubrí que muchos evangélico/as creen que Dios le dio a Israel la tierra, que Israel tiene un derecho divino sobre nuestra tierra, Palestina, y conocí el sionismo cristiano cuando me convertí en evangélico. Anteriormente, si me hubieras mencionado el sionismo cristiano, lo hubiera considerado una secta como la de los testigos de Jehová, más o menos a la periferia del cristianismo. Y luego, cuando me hice evangélico, descubrí que es una corriente principal, es parte integral de la teología evangélica. Así que eso fue un gran obstáculo en mi caminar cristiano, y yo diría que todavía es un gran desafío, un desafío enorme, pero por la gracia de Dios y el testimonio y la escritura de mucho/as académico/as evangélico/as, especialmente lo/as cristiano/as palestino/as, yo fue alentado en mi fe, y probablemente si no fuera por el testimonio y la escritura de mucho/as teólogo/as evangélico/as de Palestina y otros lugares, probablemente hubiera dejado la fe. Quiero decir, el sionismo cristiano para mí no representa a Cristo y esta no es una religión a la que quiero pertenecer si Dios es así, prefiriendo una nación sobre la otra, haciendo bienes raíces y dividiendo la tierra según la etnia. Quiero decir, ¿quién quiere pertenecer a un grupo así, no? Entonces, por la gracia de Dios, todavía soy cristiano y sigo a Jesús, y ahora he dedicado mi vida al estudio y la enseñanza de las Escrituras, en particular. Aquí es donde radica mi vocación.

Cuando solía hacer presentaciones, especialmente en contextos misioneros y reuniones de oración, etc., la gente me pedía, “¡por favor, sólo muestra un mapa de Palestina! ¿Dónde está Palestina exactamente?” Entonces, desafortunadamente, es muy difícil, no como en otros países en que puedes simplemente mostrar un mapa geográfico y decir, “bueno, esto es Palestina”. Si se quiere conocer a Palestina en el mapa, hay que hablar un poco sobre la historia y la geopolítica.

Así que este es un mapa geopolítico histórico de Palestina, y el primer mapa aquí a la izquierda es Palestina antes del establecimiento del estado de Israel. Y para darles una idea, en el siglo XIX, más del 95 por ciento de la población de Palestina era árabe. El censo otomano de 1878 muestra que alrededor del 86 al 87 por ciento de la población eran musulmanes árabes y alrededor del 10 por ciento cristiano/as y el 3 por ciento judío/as. Y lo que sucedió es que hacia fines del siglo XIX, particularmente en 1896/1897, se estableció un movimiento con el nombre de movimiento sionista. Comenzó con Theodore Herzl con la publicación de su libro Der Judenstaat en 1896, y luego el primer congreso sionista de Basilea, en Basilea, Suiza en 1897. Y ese congreso básicamente decidió colonizar Palestina, facilitar la inmigración judía en masa a la tierra de Palestina con el objetivo de establecer el Judenstaat, el “estado judío”, en la tierra de Palestina.

Entonces, después del establecimiento del movimiento sionista, la población judía comenzó a aumentar dramáticamente y en 1917 – 1917 es un hito importante en nuestra historia. Gran Bretaña, que era una potencia mundial en ese entonces, ofreció Palestina en la declaración de Balfour, ofreció al movimiento sionista, Palestina, para que establecieran su estado allí, su Estado nacional. En 1917, el porcentaje del pueblo judío era de alrededor del ocho al nueve por ciento, y después de la declaración de Balfour, especialmente en los años 20 y particularmente en los años 30, cientos de miles de inmigrantes judío/as europeo/as llegaron a Palestina. Solo en la década de 1930, más de 200.000 judío/as emigraron a Palestina y no emigraron para vivir junto a lo/as palestino/as en un solo estado. Emigraron para establecer su propio estado en una tierra que está ocupada por personas de otras etnias – lo/as palestino/as. Entonces, tenemos este aumento dramático en la población judía debido a un proyecto colonial que pretendía alentar la inmigración judía masiva a Palestina, y que todavía está en curso hoy. Si eres judío/a, tienes derecho a inmigrar a Palestina.

Entonces, para 1946, lo/as judío/as se convirtieron en alrededor de un tercio de la población de Palestina: el 33 por ciento. Sin embargo, solo poseían el seis por ciento de la tierra. Y dos tercios de la población que era árabe palestina poseían el 94 por ciento de la tierra. Así que lo que pasó es que en noviembre de 1947, las Naciones Unidas ofreció un plan conocido como Resolución 181 – el Plan de las Naciones Unidas para la partición de Palestina – y propusieron dividir Palestina y darles a lo/as inmigrantes judío/as, que solo poseían el seis por ciento de la tierra y que eran solo un tercio de la población, darles el 56 por ciento de la tierra de la Palestina histórica. Y dejar a la población indígena, lo/as palestino/as, con el 43 por ciento. Esta es la Resolución 181. Por supuesto que lo/as palestino/as lo rechazaron. Esta es su tierra natal, y ¿cómo les daría a las personas recién inmigradas, que solo poseen el seis por ciento de la tierra, cómo les daría el 56 por ciento de su tierra natal? Por el otro lado, lo/as sionistas celebraron esto. Sin embargo, Ben-Gurion, quien luego se convirtió en el primer primer ministro de Israel, dijo que ‘celebramos y reconocemos la resolución de la ONU, el plan de la ONU, pero las fronteras de nuestro estado serán determinadas por la fuerza, y no por alguna resolución de la ONU.’

Entonces, esta resolución sucedió en noviembre de 1947, e inmediatamente después de esta resolución, en diciembre de 1947, los grupos terroristas sionistas, que luego se convirtieron oficialmente en parte de la fuerza de defensa israelí, comenzaron a ejecutar lo que ahora se conoce como Plan Dalet, que es un plan que fue creado de antemano, desde al menos marzo de 1947, aunque se comenzó, por supuesto, a partir de los años 30, y etcétera, pero se estableció y fue claramente planeado y finalizado alrededor de marzo de 1947. Inmediatamente, un mes después de la Resolución 181 de la ONU, comenzaron a implementar este plan y a ir aldea tras aldea, despoblando aldeas y masacrando a personas y expulsándolas de sus tierras. Como resultado de esto, esto es lo que en nuestra memoria palestina llamamos la Nakba, la catástrofe, que comenzó a fines de 1947 y terminó en 1949. Y de 1947 a 1949, lo/as sionistas despoblaron más de 500 aldeas palestinas y expulsaron a más de 700.000 palestino/as de su tierra natal. Terminaron tomando el 78 por ciento de la tierra histórica de Palestina. Así que la ONU les dio en 1947, el 56 por ciento de la tierra, y terminaron tomando, como predijo Ben-Gurion, el 78 por ciento de la tierra.

Ahora, cuando escuchas las palabras “conflicto palestino-israelí”, nadie está hablando del 78 por ciento de la tierra. Desde 1988 al menos, con la declaración de la Independencia Palestina, lo/as palestino/as reconocieron la solución de dos estados, reconocieron los derechos de Israel, el derecho de Israel a existir, y solo exigieron el 22 por ciento de su patria para establecer su estado. Entonces, lo que los pueblos indígenas de Palestina están pidiendo ahora es un estado en el 22 por ciento de su tierra histórica. Ahora bien, lo que sucedió en 1967, es que Israel ocupó el 22 por ciento restante de la Palestina histórica en lo que se conoce en nuestra memoria como el Naksa, el retroceso, y hasta ahora en Cisjordania de donde yo vengo, vivimos bajo ocupación israelí. Desde 1967, desde el primer día de la ocupación de Cisjordania y Gaza, Israel comenzó a construir asentamientos, y los asentamientos israelíes se están expandiendo constantemente. Israel es el único estado del mundo sin fronteras declaradas; sus fronteras se están expandiendo constantemente. No dejan de construir asentamientos. Y ahora lo que les queda a lo/as palestino/as – cuando hablamos de dónde viven lo/as palestino/as, por ejemplo, en Cisjordania, solo tenemos alguna forma de gobierno que rige en el 40 por ciento del 22 por ciento de la Palestina histórica, que en su totalidad está bajo el control de Israel.

Toda esta área en el último mapa donde dice ‘hoy’, toda esta área en blanco en Cisjordania, la llamamos “Área C”, y está bajo el control total de Israel. Está confiscada por Israel, y ellos estuvieron a punto de anexarlo, en realidad, durante la administración Trump. Y estas áreas verdes aquí – tal vez en el siguiente mapa se puede ver mejor. Estas son las áreas verdes, ahora están en rojo aquí. Son piezas aisladas rodeadas por asentamientos israelíes, divididos por puestos de control militares israelíes. Más de 400 puestos de control separan todas estas áreas rojas, que son las ciudades palestinas, rodeadas por un muro de apartheid de ocho metros de altura en áreas como Belén, y el 80 por ciento de este muro está construido en tierra palestina, y a veces interviene profundamente en la tierra Palestina. Entonces, toda esta área, estas áreas rojas son solo las áreas “A” y “B” que son el 40 por ciento del 22 por ciento de la Palestina histórica, y el resto, el 60 por ciento del 22 por ciento, está bajo control militar israelí. Y es allí donde amplían continuamente sus asentamientos. Así que eso es lo que queda de Palestina y es por esa área que lo/as palestino/as están luchando, para construir su estado. Y esta área es un área bajo ocupación, como mencioné.

Está marcado, como nuestras vidas, dondequiera que vayas en Cisjordania, los puestos de control militares israelíes, el muro del apartheid, la confiscación de tierras, los asentamientos que se expanden continuamente, las familias separadas (como lo que mi esposa y yo tuvimos que soportar durante dos años más o menos), arrestos militares ilegales, escasez de agua y la lista sigue y sigue. Este es, en pocas palabras, un resumen geopolítico histórico de nuestra historia, lo que ha sucedido en Palestina-Israel y cómo lo experimentamos a diario, al menos en Cisjordania.

Shadia Qubti

Solo quiero agregar algunos puntos a la ilustración detallada de Tony: se percibe mayormente que el problema palestino es muy complicado, y con razón como dejan en claro todas las diferentes divisiones y fragmentaciones geopolíticas. Pero también quiero señalar que cualquier palestino/a que conozcas tendrá su historia de cómo eso se manifestó en la vida de su propia familia. Por lo tanto, es importante mirar que la Nakba de 1948, o lo que Israel llama la Guerra de Independencia, causó una gran alteración de la tierra palestina, vida palestina, porque la sociedad palestina era principalmente agraria, por lo que la gente vivía en aldeas y dependían de la tierra. Cuando les quitas eso, causas una gran alteración de su vida económica, política y social. Escucharás eso cuando conoces a la gente, y te contarán su historia desde cuando eran agricultores, a dónde tuvieron que ir y lo que tuvieron que soportar, hasta dónde están ahora, dónde está su familia – pero teniendo en cuenta de dónde vienen – como Tony es Betlemita, aunque puede que no esté allí ahora, pero de ahí es de donde viene. Soy nazarena, de ahí soy, y por eso tenemos esa conexión con la tierra en nuestras historias.

El segundo punto que quiero resaltar es que el trauma de lo que sucedió en la Nakba aún continúa, es un trauma intergeneracional. Todo/as tenemos eso en nuestra historia familiar, en nuestras historias familiares, porque la historia la escriben los ganadores y la historia de lo/as palestino/as se transmite principalmente a través de la narración oral o las tradiciones de las familias.

Y la tercera parte: cómo se traduce hoy esa pérdida de tierra es que lo/as palestino/as están fragmentado/as en entidades geopolíticas. De modo que hoy en día hay alrededor de 10 millones de palestino/as en todo el mundo. La mitad de ello/as vive en el territorio disputado, conocido como los territorios palestinos ocupados, que son Cisjordania y Gaza. Hay palestino/as que no fueron, que no se reubicaron en Israel, pero fueron desplazado/as internamente a otra aldea o ciudad palestina que no fue destruida, como yo, por lo que se les llama “palestino/as de 48” – o hay más de 30 términos que se refieren al mismo grupo de personas. Son alrededor de 1,5 millones, son ciudadano/as del estado de Israel. Constituyen alrededor del 1,5 por ciento de la población. El tercer grupo que es el más grande, es la diáspora palestina. El viaje para esto/as palestino/as que fueron reubicado/as de la tierra de Palestina, es que fueron primero a los países vecinos y mucho/as de ello/as se extendieron por todo el mundo. La comunidad palestina más grande fuera de Palestina-Israel está en Jordania. Y el tercer grupo y es un grupo que generalmente se olvida, pero tienen su propia entidad geopolítica, son lo/as palestino/as de Jerusalén Oriental. Su ciudadanía, su estado, generalmente se disputa, porque son un gran grupo demográfico, tienen un peso demográfico. Incluso si has visitado a Jerusalén y conoces a palestino/as, mucho/as de ello/as, esta es su ciudad natal, ello/as y sus familias nacieron allí, pero no tienen ciudadanía ni en Israel ni en Palestina.

Por lo tanto, creo que cuando hablamos de Palestina – de quiénes estamos hablando y quiénes son los palestino/as – es importante tener en cuenta que cada palestino/a que conoces tiene su propia historia y su propia experiencia de lo que la Nakba significa para ello/as, lo que la Nekba ha provocado para su familia.

Video 2: La construcción de la paz en el contexto de Palestina-Israel: Desafíos y posibilidades

El concepto de la construcción de la paz en el contexto Palestino-Israeli

Tony Deik

Bueno, déjame ser el provocador aquí y problematizar un poco sobre la noción de paz. Cuando me uní a INFEMIT como miembro del equipo de trabajo, me pidieron que escribiera un artículo para un famoso blog estadounidense progresista y evangélico. Cuando escribí, elegí hablar sobre el dolor y el sufrimiento del pueblo palestino. El artículo era un llamado al arrepentimiento, o un llamado de atención para que la iglesia evangélica mire de manera diferente lo que está sucediendo en Palestina-Israel. Cuando se lo envié al editor, él me respondió simpáticamente, empatizando con nuestra lucha, pero me dijo: “¿Puedes modificarlo para hacerlo más en favor de la paz y de la reconciliación?”. En mi artículo, no mencioné la palabra ‘paz’, pero él quiso insertar esa palabra allí. Le dije que el propósito final, el objetivo final del artículo efectivamente es la paz. Sin embargo, le dije que, en este artículo, quiero hablar sobre el dolor y la lucha del pueblo palestino, y hacerlo como un llamado de atención para la iglesia occidental. Cuando le dije: “Lo siento, no puedo simplemente insertar la palabra ‘paz’ allí”. Él se disculpó y me dijo: “No podemos publicarlo”. Rechazó publicar el artículo. 

Este no es un caso aislado, nosotros/as, como palestinos/as, y como muchos otros grupos subalternizados del mundo hegemónico, creo que compartimos esta experiencia. Cuando queremos hablar de nuestro dolor, siempre se nos exige que hablemos de la paz. Y les doy ejemplos, muchos ejemplos de nuestro contexto. Nuestros libros no se publicarán o los artículos no se publicarán si no hablamos de paz. Nuestros programas no se financiarán si no hablamos de paz. No puedes simplemente crear un programa de maestría sobre, por ejemplo, el estudio del sionismo cristiano, o la justicia. Si quieres atraer a donantes, si quieres que te escuchen, necesitas poner la palabra ‘paz’. Pero si hablamos de derechos humanos y de justicia -con el único objetivo de lograr paz y reconciliación real-, a menudo, lamentablemente, no se nos escucha.

Y esto, en efecto, hace eco a una pregunta, una pregunta retórica, que Edward Said, el crítico poscolonial y fundador de los estudios poscoloniales, preguntó: “¿Desde cuándo un pueblo invadido por militares tiene la responsabilidad de ser un movimiento de paz?” Me parece lamentable que se exija a personas oprimidas que están invadidas, que están aplastadas, que tengan la exigencia de tomar la responsabilidad de construir la paz. Es como si alguien fuera víctima de abuso o acoso, y luego lo primero que le dices es “ahora es tu responsabilidad hacer las paces”. Y ni siquiera tiene que ver con hacer una paz cualquiera, sino hacer las paces justamente con la persona que abusó de ti”. Inmediatamente, sin escuchar tu dolor, tu historia, sin llorar contigo, solamente se te asigna la responsabilidad de hacer las paces. Es como cuando Peter Tosh, el cantante de reggae jamaicano cantaba, “todos/as claman por la paz, pero ninguno/a clama por justicia”. Todo el mundo quiere usar la palabra ‘paz’ en un cierto grado, evadiendo su significado real, incluso dentro de los círculos cristianos. Peter Tosh continuó con su canción y dijo: “No quiero paz, necesito igualdad de derechos y justicia”. Yo diría, “porque quiero la paz, trabajo y defiendo la igualdad de derechos y la justicia”. No necesito usar la palabra ‘paz’ cada vez que hablo de igualdad de derechos, ni cada vez que hablo de justicia, ni cada vez que hablo de mi dolor como cristiano. La paz es mi objetivo final, es mi meta. Dios me llamó a ser un pacificador. Pero la paz de Dios, la verdadera construcción de la paz de Dios no es una paz que triunfa sobre la paz, que triunfa sobre la justicia y triunfa sobre los derechos humanos. Este tipo de paz que carece de derechos humanos y carece de justicia no es la paz que glorifica a Dios. La paz que glorifica a Dios es una paz justa, es una paz restauradora, una paz que reivindica a las personas oprimidas y marginadas en vez de oprimirlas más. Es una especie de paz que escucha sus historias, sus dolores, sus luchas, y no que exige a las personas oprimidas que asuman la responsabilidad de reconciliarse con su opresor. Creo que esto es especialmente importante en el contexto de Palestina-Israel.

El año pasado, el historiador palestino Rashid Khalidi, más precisamente, el palestino estadounidense representante de la cátedra Edward Said de estudios árabes en la Universidad de Colombia, publicó un libro muy bien escrito titulado “La guerra de los cien años en Palestina”. Allí argumentó que nuestro conflicto, el conflicto palestino-israelí, lamentablemente se describe, en el mejor de los casos, como un simple, aunque trágico, choque nacional entre dos pueblos con derechos sobre una misma tierra: el “conflicto palestino-israelí”. Como si hubiera dos naciones iguales peleando por este pedazo de tierra, “al’ard” como decimos en árabe. Resolvamos este conflicto. Este es un análisis muy engañoso de la historia del conflicto, el llamado conflicto. Lo que ha estado sucediendo durante los últimos 100 años no es un conflicto nacional. Utilizar el término “conflicto”, está bien, pero se trata de un conflicto colonial. Hay una potencia colonial y militar de una de las naciones más poderosas del mundo. Una  potencia nuclear apoyada por la energía nuclear, las potencias nucleares del mundo y algunas de las naciones más poderosas del mundo, los EE. UU. y Europa. Una potencia oprimiendo, colonizando y ocupando Palestina y queriendo expulsar a los pueblos indígenas de Palestina. Eso es lo que está sucediendo. Aquí hay una dinámica de poder, hay un desequilibrio de poder que a veces no nos damos cuenta. Simplemente ponemos a palestinos/as e israelíes del mismo lado, al mismo nivel, como si hubieran dos grupos nacionales peleando por un pedazo de tierra. No es así, esta no es una descripción precisa del conflicto. Es un conflicto colonial. Hay un colonizador y un colonizado. En este contexto colonial que aún está en curso, como mencioné anteriormente, Israel es el único país del mundo sin fronteras declaradas. Son un estado en continua expansión. Si piden a Netanyahu o a cualquier político israelí que señale dónde están las fronteras, pues no tienen fronteras declaradas, se expanden continuamente. Es un estado colonial que está vivo. Nunca deja de ocupar la tierra ajena. Y la pregunta es: En este contexto de colonialismo, de colonización, ¿cómo hacemos la paz? Y de manera particular, ¿cómo puede la Iglesia asumir su papel de agente de paz, en este contexto particular de colonización?

Shadia Qubti

Quiero agregar aclarando que el historial de paz en el contexto israelí-palestino es muy negativo. Desde una mirada palestina, si miras los procesos de paz que comenzaron desde la Nakba, si miras todos los procesos de paz, incluso el reciente plan de paz de Trump, todos son una forma legal de decir: “Vamos a tomar tu tierra y darte menos derechos, pero tienes que estar de acuerdo con eso porque lo estamos haciendo pacíficamente, no estamos usando la violencia”. Si le preguntas a un/a palestino/a o un/a israelí, ambos/as quieren la paz. Pero, ¿qué significa paz y cómo se relaciona con el otro lado? Tienen visiones completamente diferentes. Tenemos que tener en cuenta que Israel tiene dos procesos de paz con sus vecinos/as. En terminología de paz, estos se consideran paz negativa, que significa la falta de violencia, pero en cuanto a la paz con Egipto o la paz con Jordania, no hay relación. No hay cooperación entre estas naciones excepto para sostener “no peleemos”. No creo que esto sea posible con los/as palestinos/as porque, como puedes ver en el mapa, las vidas palestinas y el espacio están tan entrelazados. Realmente no se puede tener esta paz negativa sin pedirle a un/a palestino/a el mismo acceso e igualdad de derechos que a su vecino/a. Tony también se refirió a eso: hay un desequilibrio de poder. No podemos decir que israelíes y palestinos/as son iguales. Entonces, en la mesa de negociaciones, no están dialogando dos entidades iguales. Tienes un lado que es muy poderoso en todos los aspectos de la vida. Podemos ver la diferencia del PIB entre palestinos/as e israelíes, e incluso mirar las distinciones de lo que está sucediendo en Israel y Palestina respecto a la vacunación en este momento. Es completamente contrastante: un lado muy poderoso con un lado muy débil. Por lo tanto, no podemos venir y decir, “vamos a hacer la paz juntos/as”, porque es necesario abordar este desequilibrio de poder. Y en muchos sentidos, es por eso que tenemos una tercera parte, pero esta tercera parte, desafortunadamente en la última década, no ha sido neutral y, por lo tanto, sólo perpetúa el desequilibrio de poder. Hay mucha desinformación.

Les contaré una historia. Todavía creo que palestinos/as e israelíes pueden vivir juntos/as. El problema es que no hay voluntad por parte del más poderoso, por parte de quienes toman las decisiones, por parte de quien puede mejorar la situación. Por ello, unimos a israelíes y palestino/as para que se conozcan, para que construyan relaciones. En uno de los grupos, una persona de Belén había compartido que no tienen agua potable en su casa todos los días. Dijo que eso sucede especialmente en el verano, tienen menos agua cuando hace calor. Esta persona estaba compartiendo cómo ellos/as no tienen suficiente agua para suplir sus necesidades. Una persona israelí se conmovió con la historia y quiso ayudar, así que dijo: “Voy a ir a hablar con mi grupo de jóvenes y vamos a comprar algunas botellas de agua para regalar a mi nuevo amigo palestino.” Fue especial por dónde estaban, de dónde venían y cómo querían tomar medidas para ayudar en la necesidad que tenía su hermano palestino. Pero me hizo pensar: por qué no abordar el problema sistemático de la falta de agua, en lugar de simplemente proporcionar unas cuantas botellas de agua que se van a acabar en una semana más o menos. Por lo tanto, hay un malentendido de lo que queremos cambiar cuando llegamos a la consolidación de la paz. Los/as Palestinos/as quieren cambiar la situación, porque mientras más esperan, más sufren, más están pagando el precio de este status quo actual. Existe la sensación de urgencia, no puedo esperar hasta que mi homólogo israelí comprenda, se ponga al día, entienda el contexto, se dé cuenta de cuánto se está beneficiando a costa mía, y luego, que se dé cuenta de que quiere actuar. Entonces existe este sentido de urgencia: que la paz que queremos, la queremos abordar desde el desequilibrio sistemático de poder, desde el desequilibrio del acceso a los recursos y a los derechos que, en consecuencia, afecta cómo vivimos y cómo podemos coexistir uno/a al lado del otro/a.

Tony Deik

Shadia, el ejemplo que diste es realmente poderoso, porque a veces queremos resolver la injusticia por medio de la caridad. La injusticia no se resuelve con caridad. La injusticia se resuelve atacando sus raíces, atacando las raíces de la opresión. La injusticia se resuelve sistémicamente. 

Shadia Qubti

A veces queremos sentirnos bien, así que queremos poner una curita en la herida. Aquí tienes una pequeña curita, ¡puedes usarla! Queremos abordar por qué está ahí, en lugar de solo mirar la superficie: ¿cómo podemos curar esta herida para que ya no esté aquí? Creo que ese es el atractivo de la palabra ‘paz’. La palabra suena genial, es encantadora y a todas las personas les encanta, pero ¿estás dispuesto/a a pagar el precio para alcanzar realmente una paz que sea para ambos pueblos? ¿Una paz que permita que ambos lados puedan vivir uno al lado del otro, en lugar de uno a expensas del otro?

Tony Deik

Es una palabra que todas las personas usan, desde Donald Trump hasta la Miss Universo. Cuando les preguntan: “¿Qué deseas?, ¡Quiero la paz mundial!” Tenemos que ser realmente precisos/as y definir qué entendemos por paz.

Desafíos a la construcción de la paz en Palestina-Israel

Tony Deik

Para mí, el primer desafío es que, en esta dinámica de poder colonial, la iglesia está tomando el lado equivocado. En lugar de estar con los/as oprimidos/as, la iglesia, particularmente la iglesia evangélica, está con Israel, con el poder colonial. El evangelismo está proporcionando todo un sistema teológico, el sionismo cristiano, que legitima y justifica la ocupación actual de Palestina, describiéndola como un acto de Dios, de una manera no muy diferente de cómo los cristianos justificaron la esclavitud en el pasado, el comercio de esclavos/as, el colonialismo en otras partes del mundo y todas las lamentables las atrocidades que los/as cristianos/as cometieron en el nombre de Cristo y la Biblia. La única diferencia con el sionismo cristiano es que es más complejo que otras teologías coloniales y cubre un rango más amplio en la iglesia. Hay una teología sionista cristiana liberal. Los/as evangélicos/as tienen su teología dispensacionalista cristiana sionista, así que creo que es un poco más compleja que otras teologías coloniales, pero sin embargo, se usa para oprimir y colonizar al pueblo palestino.

Entonces, para mí, el primer desafío es el desafío de la teología, en particular, del sionismo cristiano. La iglesia no puede tomar su agencia de paz, no puede cumplir su misión como agente de paz, sin deshacerse del sionismo cristiano. 

Shadia Qubti

Recuerdo que, a principios del 2000, hubo una guerra. Hezbollah estaba disparando cohetes contra Israel, y yo estaba en Jerusalén, y estábamos en un grupo de oración. Fui con mi amigo. En tiempos de guerra, oras. Quiero decir, lo único que puedes hacer es orar. Recuerdo que estaba en un grupo pequeño y uno de los miembros comenzó a orar con mucha pasión y dijo: “Dios proteja a su pueblo Israel y no permita que estos misiles se lancen y los toquen”. Deja que estos misiles vayan a Jordania, a Egipto, a cualquier lugar menos a Israel.” Y sabes, esta persona estaba orando, y yo estaba en conflicto porque, ¿por qué estamos orando? ¿Estamos orando para proteger a un grupo del otro? Quiero decir, ¿por qué no rezar para que todo esto se termine? ¿O por qué no estamos orando por la paz para todas las personas, por cambiar su corazón en ambos lados? Y después de la oración me acerqué a esta persona y dijo: “Bueno, porque este es el pueblo de Dios. Somos Israel, y Dios nos protegerá”. Y yo dije: “Bueno, ¿qué pasa con los/as palestinos/as? ¿Qué hay de los/as jordanos/as?”. “No me importan ellos, esto se trata de Israel”. Y entonces creo que el sionismo cristiano realmente ha creado una situación en la que nosotros/as, como cristianos/as, como creyentes, tomamos partido, vemos las cosas en blanco y negro, que para mí, como palestino/a, no refleja mi comprensión de quién es Dios. No refleja cómo veo que mi fe juega un papel en mí, y creo que el sionismo cristiano crea una situación de un blanco y negro, donde hay gente buena y gente mala, y Dios está de un lado, y no del otro. Y creo que simplemente por ser un cristiano/a palestino/a, puedes decir “espera un segundo, Dios no está ni de un lado ni del otro”. Dios está con la justicia. Dios está a favor de la paz “. ¿Y dónde está eso? ¿Y eso cómo es? Creo que de muchas maneras, muchas personas que no son de mi contexto, están más familiarizadas con la comprensión cristiana sionista de la Biblia o la lectura sobre Israel hoy. Cuando tengo la oportunidad de ir y hablar sobre mi experiencia, mi vida, he tenido situaciones en las que sólo he dicho, “Hola, mi nombre es Shadia. Soy palestina”. En una ocasión, alguien simplemente se puso de pie y dijo: “No existen los/as palestinos/as”. Cuando fui a un concierto de adoración y los/as organizadores/as reconocieron a todas las personas presentes excepto a las personas palestinas. Cuando se les preguntó repetidamente: “¿hay palestinos/as?, a ellos/as simplemente no les importa”. Así que hay que tener cuidado y ser consciente. Si tu teología rechaza o te da la sensación de que “estas personas son malas o estas son buenas”, hay que reconsiderar esa teología, y observar las áreas en las que puedes estar más informado/a para comprender mejor el contexto.

Tony Deik

Creo que la mejor definición y quizás la más simple del sionismo cristiano es la de Colin Chapman. El definió el sionismo cristiano simplemente como “el apoyo cristiano del sionismo que se basa en razones teológicas, en razones teológicas cristianas”. Y el término ‘sionismo’ en general, como mencioné, se refiere al movimiento nacional judío fundado por Theodor Herz, en 1897. Pero al menos 60 años antes del movimiento sionista judío de Herzl, los cristianos comenzaron a allanar el camino para la colonización judía de Palestina y lo que llegó a conocerse como sionismo cristiano. Algunos eruditos como Stephen Sizer rastrean los orígenes del sionismo cristiano hasta John Nelson Darby y su teología de la dispensación que separó a la iglesia de Israel. Y otros como Robert Smith, por ejemplo, lo remontan a la interpretación bíblica protestante de los siglos XVI y XIII. Independientemente de las raíces teológicas e históricas del sionismo cristiano, los/as cristianos/as proporcionaron tanto una justificación teológica como un apoyo activo para el regreso de los/as judíos/as a Palestina, al menos desde el siglo XIX, mucho antes de que se fundara el movimiento sionista judío. El apoyo cristiano fue en realidad tan esencial que algunos argumentan que si no fuera por el activismo y el compromiso de figuras cristianas claves en el siglo XIX, el estado moderno de Israel podría no haberse establecido. Por ejemplo, contrariamente a la creencia popular, el infame lema utilizado por los/as sionistas para colonizar Palestina, “Una tierra sin gente, para la gente sin tierra”, fue en realidad acuñado por primera vez por el clérigo cristiano en 1843, mucho antes de la fundación del movimiento judío sionista. Este apoyo cristiano al sionismo tomó un giro más radical después del establecimiento de Israel en 1948 y especialmente después de la guerra de los seis días de 1967, que los/as cristianos/as a menudo recuerdan como un milagro de Dios. Y hoy, para muchos/as cristianos/as, especialmente entre los/as evangélicos/as en Occidente, simplemente creen que el sionismo y la restauración judía en Palestina son simplemente parte integral del cristianismo.

Una forma de salir y seguir adelante

Tony Deik

Para mí, como alguien dedicado a estudiar y enseñar las Escrituras, veo la solución allí, o al menos infiero modelos bíblicos para encontrar una salida. Y en particular, el desafío del sionismo cristiano, cuando se trata de la agencia de la iglesia y de la misión de la iglesia, de la construcción de la paz, este tipo de desafío, el desafío de la teología no es nuevo. Si recuerdas, en el libro de los Hechos, la iglesia no pudo predicar el evangelio de la paz a los gentiles sino hasta el capítulo 10 de Hechos. Ese fue el primer sermón, la primera predicación evangelística entregada a los gentiles por Pedro, en la casa de Cornelio. Ese incidente es muy, muy interesante porque Pedro dice específicamente que está proclamando la paz. La paz que viene por medio de Jesucristo en el capítulo 10 de Hechos: “Vengo a ustedes predicando la paz a través de Jesucristo, Señor de todo”. Pero lo interesante de la historia es que antes de que Pedro pudiera predicar sobre la paz a los gentiles, se dio una transformación teológica interna que es realmente clave para la historia, para la historia de la iglesia y la misión. No estamos hablando sólo de un texto bíblico aislado. Este es un momento crucial en la historia de la misión y la industria de la iglesia. Antes de que Pedro pudiera predicar el Evangelio de la paz a Cornelio y a su casa, era necesario que ocurriera una transformación teológica. Y sucedieron dos cosas, en realidad. Dios tuvo que cambiar su teología, propiamente dicha, la forma en que él entiende a Dios. Tuvo que cambiar la forma en que mira al Otro antes de poder predicar la paz al Otro. Entonces, cuando Pedro entra en la casa de Cornelio, si recuerdas la historia, primero Dios se lo muestra. Y este es Pedro hablando: “Dios me ha mostrado que a nadie debería llamar profano o inmundo”. Y para entender esto, necesitamos entender un poco el contexto de lo que estaba sucediendo allí. Los/as primeros/as cristianos/as, los/as judíos/as cristianos/as del primer siglo, nos guste o no, tenían una especie de teología etnocéntrica que ve a Dios como el Dios de los judíos, y son el pueblo elegido de Dios. Las otras personas están afuera, son profanas y son impuras. Entonces, para que Pedro pudiera predicar el Evangelio de la paz a esas personas, Dios necesitaba cambiar la forma en que veía a esas personas. La forma en que miraba al/a otro/a: no como menos, no como impuro/a, sino como igual. Y el libro de los Hechos dice, el libro de los Hechos en otro lugar, en Hechos 17, los/as Otros/as, los/as no cristianos/as en realidad son descritos como hijos/as de Dios por Pablo, en Hechos 17. De modo que esa visión del/a Otro/a necesitaba cambiar primero y segundo, cuando comenzó justo antes de comenzar a predicar el Evangelio en la casa de Cornelio, Pedro, el texto dice: “Entonces Pedro comenzó a hablarles: ‘Realmente entiendo que Dios no muestra parcialidad, pero en toda nación le agrada el que le teme y hace lo justo’”. Entonces, básicamente, lo que está sucediendo aquí es que su teología, su teología propiamente dicha, la forma en que él entiende a Dios. Necesitaba ser cambiada desde una visión etnocéntrica de Dios, una comprensión etnocéntrica de Dios como un Dios de favoritismo, como Dios que prefiere a un pueblo sobre el otro, a un Dios que es inclusivo, que da la bienvenida a todos/as sin importar su sangre, sin importar su color, sin importar su raza. Entonces, estos dos elementos que están en el núcleo de la teología de la iglesia necesitaban ser transformados, su teología necesitaba ser deconstruida. Si quieres usar términos modernos, su teología necesitaba ser deconstruida y transformada.

No podrían haber predicado el Evangelio y ser pacificadores y proclamadores de la paz sin transformar la forma en que miran al Otro y su forma de entender a Dios. Solo entonces, y el texto es muy claro, esto, todo esto sucedió antes, y solo entonces, Pedro pudo orar al Evangelio de la paz. Entonces, la salida, o una salida del sionismo cristiano es la deconstrucción de esta teología, es la transformación de esta teología. Nuestro Dios es inclusivo, no hace distinción de personas, y Pedro lo dice claramente. La iglesia descubrió esto hace 2000 años, la iglesia tuvo esta teología hace dos mil años. Ahora me doy cuenta de que hace 2000 años, Dios no muestra favoritismo. Esa es la solución al sionismo cristiano. Es tan simple como esto, tenemos que volver a nuestra simple doctrina cristiana  ortodoxa. Y nuestro evangelio ortodoxo.

El segundo desafío, el desafío del contexto para mí, lo encuentro en un modelo muy bueno, que está en el documento que compartí en nuestra consulta anterior de INFEMIT, en el año 2019. Encuentro el modelo para el segundo desafío en la tradición de la sabiduría de la Biblia. ¿Y por qué la tradición de la sabiduría? Porque a diferencia de otros libros bíblicos, la tradición de la sabiduría, la epistemología de los libros de sabiduría es muy empírica: Miro, veo, veo cómo camina la hormiga y deduzco de allí con mi mente inspirada por Dios; veo y aprendo de la experiencia, de lo que veo frente a mí. En particular, el libro de Eclesiastés es muy importante para este ejercicio. La palabra ‘ver’ en hebreo está repetida 47 veces en el libro de Eclesiastés. El relator simplemente da vueltas y ve cosas, y aprende de ellas. Ahora, desafortunadamente, algunos/as eruditos/as, y entre ellos/as, eruditos/as evangélicos/as, no creen que el núcleo del libro es algo normativo. Dicen que el mensaje normativo del libro está en su epílogo, lo cual, básicamente, destruye todo el núcleo del libro. Eso es lo que argumentan, ¿por qué? Debido a que el libro, la epistemología del libro se basa en un método empírico: ‘Veo, veo, experimento y deduzco’. Así, afirman, argumentan, que todo el valor canónico del libro, todo el mensaje normativo del libro, es de una epistemología que no representa el camino.

Dios no quiere que usemos la epistemología empírica, quiere que usemos una epistemología más revolucionaria que se base en una revelación de Dios, lo que Él dice. Es la raíz, está enraizada en Dios. Yo diría lo contrario: esta epistemología empírica tiene sus raíces en Dios. En el libro de Eclesiastés, es Koheleth, es el maestro quien está usando su mente y sus ojos para ver. Lo interesante de nuestra discusión es lo que él ve. Entre las cosas centrales que ve, está la injusticia. Lo que me llama la atención es la forma en que analiza la injusticia. Podemos mostrar estos dos versículos en la pantalla desde el final del capítulo tres de Eclesiastés y el comienzo del capítulo cuatro. Permítanme leerlos, de la edición NRSV. Dice Koheleth, el maestro, “Además vi debajo del sol que en lugar de justicia, había maldad, y en lugar de justicia, también había maldad. Vi todas las opresiones que se practican bajo el sol. Mira las lágrimas de los/as oprimidos/as, ¡sin nadie que las consuele! Del lado de sus opresores había poder, sin nadie que los/as consuele”. Ahora, desafortunadamente, muchos comentaristas occidentales se apresuran a declarar que aquí, Koheleth es solo descriptivo. Aquí el texto es solo descriptivo. Koheleth simplemente se da cuenta de la injusticia y la opresión, pero no hace nada al respecto.

Pero si profundizas un poco más, lo que Koheleth está haciendo aquí es tremendo. Koheleth comprende la causa de la opresión y la injusticia. Él dice, específicamente, que la razón de la injusticia es clara y se menciona explícitamente en el texto. No es el pecado de los/as oprimidos/as. Koheleth, a diferencia de nosotros/as, no señala a los/as oprimidos/as y les dice, “es por tu pecado que estás siendo oprimido/a”. Más bien, como un intelectual con un análisis profundo, reconoce el desequilibrio de poder entre el/las opresor/a y el/la oprimido/a como la causa de la aflicción de los/as oprimidos/as. El poder está del lado de sus opresores/as. Y también entiende que esto es parte de un sistema más grande de opresión, de una jerarquía de poder que llega hasta el mismo rey. Lo dice claramente en Eclesiastés capítulo 5 y versículo 8: “Si en alguna provincia ves que se oprime al pobre, y que a la gente se le niega un juicio justo, no te asombres de tales cosas; porque a un alto oficial lo vigila otro más alto, y por encima de ellos hay otros altos oficiales.”

Esta jerarquía opresiva de poderes para Koheleth, para el maestro, para el predicador, es la causa de la opresión de los/as pobres y la violación de la justicia y del derecho. Entonces, lo que estoy tratando de decir, es que nos pone en el planeta Tierra desde la tradición de la sabiduría, de nuestra sabiduría, que es tan empírica y nos fundamenta. Nos hace abrir los ojos, ver la injusticia y analizarla por lo que es. Creo que hay modelos bíblicos que brindan una salida para el desafío del sionismo cristiano. Básicamente, en primer lugar, la deconstrucción de las teologías etnocéntricas y su transformación en una teología inclusiva centrada en Cristo, y en segundo lugar, la sabiduría, la tradición de la sabiduría bíblica nos brinda una riqueza, nos proporciona una gran cantidad de información sobre cómo debemos mirar y analizar lo que está sucediendo frente a nuestros ojos.

Shadia Qubti

Para mí, esta es una de las preguntas más difíciles de hacer. Creo que está muy basado en mi teología y en mi comprensión sobre cuál es la misión de Dios para nosotros/as aquí, y cómo debemos ser pacificadores/as y abogar por la paz, con justicia, con igualdad. Pero, por otro lado, la realidad es muy dura. La realidad siempre te está pisoteando, y creo que incluso, desde mi opinión personal, ¿cómo avanzas? ¿cómo sigues? ¿cómo equilibrar nuestra teología de la esperanza, en una realidad de desesperanza? Siempre existe este desafío de navegar en estos dos lados, especialmente porque en la situación actual las cosas parecen estar retrocediendo. También reconozco que somos personas conocidas por su perseverancia. Seguimos adelante pese a que vivimos bajo imperios. Es parte de lo que somos, y nos la hemos arreglado para sobrevivir a lo largo de eso. Así que tenemos esa historia y esa sabiduría tradicional de cómo seguir adelante, especialmente cuando las cosas son difíciles. En parte, por esta razón, ahora estoy aquí. Estoy tratando de hacerlo. Estoy estudiando más sobre teología indígena y tratando de aprender cómo ser, cómo entender la teología marginal, dónde está el poder, y entender esa inspiración desde mi contexto. Parte del trabajo que traté de pensar surge de la tradición tan rica y hermosa de palestina. De su conexión con la tierra, conexión entre la gente. Mi ascendencia matriarcal contaba historias a través del bordado, a través de la comida. Hay tanta riqueza escrita allí, Mi aprendizaje desde el lente teológico indígena me ha ayudado a ver eso.

Creo que eso da mucha esperanza, que da mucha inspiración para continuar ese legado, para seguir contando historias. Esta es un área que me apasiona mucho y en la que he estado involucrada. Gran parte de mi experiencia es contar historias, porque todas las personas tienen una historia que contar. Eso es importante y es muy poderoso. Como parte de esta tarea, coproducí un podcast con dos de mis amigas porque queríamos escuchar las experiencias de las mujeres cristianas palestinas y cómo experimentan el conflicto, cómo ello se cruza con su género y su fe, y es precioso. Son 30 minutos de narración de diferentes mujeres, diferentes situaciones de vida y cómo  navegan en su contexto.

Para entender de dónde viene la gente desde la complejidad del contexto palestino, las historias ayudan a darte un punto de entrada a eso. Pero no es el punto final, es solo el comienzo. Creo que otra forma de avanzar es también tener en cuenta que -y me lo recuerdo a mí misma- no debemos estar orientadas/as a los resultados, sino a los procesos. No es sólo ver la paz, o querer obtenerla, porque si no vemos la paz, entonces pensamos que no está sucediendo. Más bien, tener fe en que se trata del proceso. Cada uno/a de nosotros/as tiene un papel que desempeñar, un papel que hacer. Dios se encarga del panorama completo y hace nuestras cosas. Pero es muy, muy desafiante, es muy difícil, especialmente sostener la esperanza. Creo que mantener la esperanza es una decisión diaria y es algo muy real. Estoy segura de que tienes experiencias similares. Enciendes las noticias, y todas son malas noticias. Entonces, ¿cómo continúas? Creo que también tenemos las herramientas para eso, tenemos la teología que nos brinda conocimiento sobre cómo avanzar.

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